Crimen racial en Estados Unidos detona protestas de miles en el país

30 mayo, 2020
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Hace unos días, usuarios de redes sociales hicieron viral un video que muestra la brutalidad policiaca estadounidense ejercida contra George Floyd, un hombre afroamericano de 46 años, quien murió bajo la custodia de un policía supremacista blanco de Minneapolis, cuando le colocó la rodilla en el cuello, mientras Floyd decía que no podía respirar, hasta dejarlo inconsciente y causarle la muerte.

Los hechos se registraron el 25 de mayo y el crimen racial ha detonado la digna rabia de la ciudadanía, quienes han salido a las calles a protestar, exigiendo justicia y responsabilizando al Estado por su muerte.

Después de tres días de protestas, que se intensificaron en violencia cuando los manifestantes incendiaron un recinto policial, fue arrestado el viernes 30 de mayo, el oficial de Minneapolis, Derek Chauvin, implicado en la muerte George Floyd.

Hasta ahora, las protestas se han extendido a más de 30 ciudades y en la mayoría de ellas las marchas dieron paso a disturbios, saqueos y enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. Esta situación ha polarizado las posturas a nivel mundial, ya que se han criminalizando a los manifestantes al grado de desvirtuar el origen de las protestas: Un representante del Estado, de manera arbitraria y con plena consciencia de su poder, asesinó a un ciudadano afroamericano estadounidense.

Algunos grupos de manifestantes incendiaron carros privados y vehículos de la policía, bloquearon autopistas, rompieron vidrieras o realizaron saqueos, mientras las autoridades respondieron con gases lacrimógenos e incluso balas de goma.

Mientras tanto, el gobernador de Minnesota, Tim Walz, activó todas las tropas de la Guardia Nacional, primera vez que ocurre algo así en más de un siglo y otras ciudades activaron su Guardia Nacional, entre ellas Colorado, Georgia, Kentucky, Ohio, Salt Lake City, Wisconsin y el distrito de Washington DC.

Los estados de emergencia o el toque de queda se han puesto en vigor en una docena de ciudades entre ellas Atlanta, Los Ángeles, Chicago, Colombus, Denver, Filadelfia, Miami, Minneapolis, Louisville y Seattle.

El asesinato de George de Floyd también ha provocado indignación fuera de Estados Unidos, desde Canadá y Reino Unido hasta Turquía o Alemania.

De acuerdo con información de  medios locales, autoridades de Minnesota y el Fiscal General de Estados Unidos, William P. Barr han asegurado que quienes lideraron los saqueos en Minneapolis y Saint Paul no eran manifestantes locales sino personas que viajaron desde otros lugares, sin embargo no se cuenta con pruebas de ello.

En este sentido el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha atribuido dichos disturbios a “Antifa y otros grupos radicales de izquierda” y aseguró que la memoria de Floyd estaba siendo “explotada por alborotadores, saqueadores y anarquistas”.

Además, el alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, apuntó a supremacistas blancos como presuntos agitadores de las protestas.

El racismo en Estados Unidos como estrategia de dominación política

El lenguaje político y simbólico sobre los discursos de odio que el Estado ha utilizado como estrategia política para la polarización de la nación, ha contribuido al totalitarismo que desde las figuras del poder, como autoridades y dueños de los medios producción, implementan para sus propios intereses en común, sometiendo a las población a la construción de imaginarios colectivos con poca capacidad de análisis y de reflexión.

De esta manera es como el Estado, hace uso de argumentos racistas con los que intenta justificar su ineptitud en la resolución de conflictos y problemáticas en materia de economía, seguridad, salud, etcétera, así que difunde supuestos escenarios catastróficos causados por la llegada de migrantes legales o no, fomentado el miedo en la población. Este miedo, es el que funge como una herramienta muy poderosa de dominación política, ya que se traduce mayoritariamente en votos y en impulsar políticas públicas que atentan contra los derechos humanos.

Ante la inmigración de diversas nacionalidades a EU, el Estado también teme perder su poder e influencia sobre la ciudadanía, por lo tanto desde su demagogia implementada, señala como invasores a migrantes latinoamericanos, musulmanes, asiáticos, etcétera y fomenta el racismo recalcitrante con mensajes de amenazas raciales maquillando la supremacía blanca con discursos como “necesitamos proteger a los verdades estadounidenses, al corazón de Estados Unidos”.

La visión racial es profunda y emerge en actos de violencia sin la menor empatía, mientras que el poder político se convierte en un poder autoritario que se fortalece a partir del pensamiento común, xenófobo y racista.

Datos sobre violencia social estructural contra la población afroamericana

Sobre los abusos de autoridad que ha sufrido la población en territorio estadounidense, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos publicó en el 2018 un informe tituladoViolencia policial contra afroamericanos en Estados Unidos“, dicho documento aborda la discriminación estructural que hay en el país y allí se recogen algunas cifras que retratan la vulneración de los derechos humanos que viven la población afroamericana.

“Según información pública, los Estados Unidos registran constantemente altos niveles de violencia policial: informes indican que la policía asesina aproximadamente a mil personas y hiere más de 50 mil cada año en promedio. En 2017, al menos 987 personas fueron asesinadas a balazos por agentes policiales, incluidos más de 300 que huían de los oficiales cuando les dispararon”, dice el informe.

La misma Comisión indica que en el 2015 el 34 por ciento de los civiles desarmados asesinados por agentes de policía eran afroamericanos. “Otras investigaciones indican que los hombres afroamericanos tienen casi tres veces más probabilidades de ser asesinados por la fuerza policial”.

Sin embargo, pese a los datos, la falta de reflexión sobre los nocivos constructos sociales sobre las razas, imposibilita el reconocimiento de las otredades, ya que toda doctrina que fomenta la superioridad racial es condenable, realza la injusticia, atenta contra los derechos de las personas afectadas, provocando un grave retroceso de desarrollo y desigualdad social.

Por Nicte-Há Tovar

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Especiales · News · Política

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